Las Aventuras en el Abismo Estrecho

Adventures on the Narrow Straights:
an analysis of the stretched abyss

8.7.10

Tiene que ser una buena señal que cuando me siento a desayunar un pedazo de tortilla y un cafecito en el bar 'El Tilo' en la Plaza Vega de Burgos, la radio cambia de canción a una sonata bachatera de Juan Luis Guerra. El mundo es pequeño; en esta madrugada de escalofríos un poco de sonido caribeño me hace bien.

El tren desde París llegó a Burgos Rosa de Lima a las 05:13 de la mañana, aunque mi billete decía que llegaría a las 05:20. Siete minutos de avance - pero en realidad estos minutos singulares no hacen la diferencia; he llegado a Burgos demasiado temprano en la mañana.

Un hombre con tabaco en la mano para al elevador para que mi maleta y yo puedan bajar con unos turistas hablando un francés incompresible. A esta hora, luego de un paseo en tren trasnochada, no creo que entenderé nada. La temprana hora me está pesando encima, y cuando el hombre del tabaco me mira y pregunta si necesito a un taxi, decido decirle que sí. El primer día de muchos en España, acabo de dormir en una silla reclinable al lado de una linda pero muy conversadora familia colombiana, y todavía está oscuro el cielo - he decidido que me merezco ese poco de lujo. Una francesa con sólo una mochila en la mano me pregunta si quiero compartir un taxi. "Est que tu allez a Burgos?" Conveniente - ya el lujo va dividido entre dos.

El taxista, que resulta ser el mismo hombre del elevador y del tabaco, nos abre el baul de su carro y nos dice, "Pues a Sevilla, no?" Solo yo sonrío, como la francesa sólo sabe decir que quiere ir al "Chamin du Saint Martin" - el camino de San Martín. Una peregrina. Al taxista le digo el nombre de mi hotel, nos sentamos en el taxi que huele a años de humo mezclado con un olor a frío característico de la temprana madrugada, y allí vamos, entre conversaciones sobre peregrinaje, y cuentos sobre la madre del taxista, quien falleció recientemente.

Llegamos al Hostal Acacia, y le pregunto al taxista si algún sitio ya estará abierto a estas horas para desayunar. No me había dado cuenta del hambre que tengo. Me empieza a contar la vía mientras cuento a mis monedas para pagarle - doblas a la derecha, caminas hasta la estatua del Cid, ahi doblas a la izquierda y luego a la derecha justo después del puente, luego a la izquierda nuevamente en el semáforo, y justo ahí, en la Plaza Vega cerca de la estación de los autobuses. Y si yo quería, me esperaba mientras yo dejaba las maletas, sin dudas dejando que el medidor corra acumulando euros. Le digo que ya está bien - lo encontraré. Tengo varias horas que matar antes de que abra la catedral, una caminata no me quedaría mal.

Cuando toco el timbre del hostal, situado debajo de una etiqueta "COMPLETO." Me responde una voz que todavía suena de sueños - "Si?" El dueño del hostal está sorprendido, claro, como lo estuve yo al darme cuenta que mi tren llegaría antes de las 6 de la mañana en vez de las 8 como yo originalmente creía. La hora que yo había visto era la llegada a Madrid, a mas de dos horas de Burgos. Dejamos a mi maleta en la oficina, y prometo volver a las doce del mediodía, cuando ya salgan los huéspedes.

En camino al bar "El Tilo" - como Tila, la hierba que uno usa para curar a las tos - vuelvo a ver al taxista que me contó esto mismo. Me apunta a dónde doblar, y sigo caminando al lado del río en las oscuras calles vacías. Pienso en la cara del hombre de la recepción del hostal - su cara honesta, su barba estilo mosquetero, su ropa negra deportiva. Espero que no le molesté demasiado con mi llegada.

Solo me quedan dos euros - mi tarjeta ya no funcionó en el cajero, probablemente bloqueada por el cambio de nacionalidad repentina, así que esta tortilla y el cafecito me deja debiendo treinta y cinco centavos. La señora del bar, con su cigarro en la boca y tratando de cuidar a los hombres bebiendo licor, me dice que no importa. Pero yo volveré. Y así es, todavía creo que mañana nuevamente estaré despierta en la madrugada, buscando un sitio, caminando por calles vacías... no he dormido mucho últimamente.

La catedral de Burgos tiene dos entradas: uno para 'Turismo' y la otra para 'Culto Oración.' Como el del culto abre más temprano, hoy seré católica y no intelectual. Pero, no estaría mintiendo, siento algo espiritual aquí, luego de cruzar una puerta en la pared medieval de la cuidad, espectacular, y ahora sentada en un banquito en la Plaza Santa María, escribiendo con un residuo de inspiración agarrada al leer "Doña Rosita la Soltera" de García Lorca.

Un alto en la paz - una señora con pelo cortado de monje y una cartera colorida camina rápidamente por el elevado de la plaza, gritándole a alguien. Logro comprender "puta de la mierda" y nada mas de los gritos. Pues, España ya no es el país de peregrinaje medieval y humildad - sigo rodeada de pecadores.

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